El vicio propio de una profesión ligada a las Letras sumado a mi inmadurez natural, jamás elaborada en Terapia, logran convivir en el acto creativo como resultado de ciertos conocimientos lingüísticos y de las marcas indelebles de Astroboy y Digimon.
Con esos ojos veo Guarambaré. Y, como narradora de suprasciente, puedo contar la vida de cada rincón de la Ciudad. Poseo el poder de estar en todo, siento todo. Escucho… Escucho. Escucho cada palabra de esa lengua que evoluciona fonéticamente hacia la unión definitiva entre el japonés y el guaraní: japoraní.
Y así, casi en silencio les susurro. Todo abunda en Guarambaré, excepto una sola cosa: los Peines.
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